HistoriArte: La siesta frente al espejo

El arte concentra muchísimas anécdotas y peculiaridades que siempre disfruto descubrir, y en este caso, me presento ante ustedes con la historia de un óleo que, pese a ser una reproducción, es más famosa que la obra original y que incluso ¡esa reproducción tuvo su propia reproducción!

Vamos por el comienzo. Millet fue un pintor francés del siglo XIX perteneciente al movimiento del realismo y precursor del impresionismo.

Quizás esta información pueda parecer irrelevante, pero en realidad tiene mucho sentido si lo analizamos desde la mirada histórica: el momento que el artista está viviendo en Francia es del pleno proceso del Segundo Imperio, y en términos sociales, también tenemos que pensarlo en relación a una larga lucha por parte del sector campesino por sobrevivir en su posicionamiento como base de la pirámide social.

Una de sus obras más apreciadas fue El descanso al mediodía (1866). En ella se ve una pareja de jóvenes campesinos que descansan plácidamente sobre la paja. La relajación del muchacho en su descanso y la profundidad del sueño de la joven logran transmitir una sensación de calma y quietud que empapan al propio espectador

Y, hablando de espectadores, unos veinte años después Vincent Van Gogh pasaba un momento de quietud obligada en su vida, en primer lugar porque se encontraba internado en el hospital para enfermos mentales de Saint-Rémy-de-Provence luego del incidente de su oreja, y además porque transcurría el invierno y las condiciones climáticas que le obligaban al descanso; pero fue en esas circunstancias en las se encuentra con una reproducción xilográfica de la obra de Millet.

Maravillado, decide reproducirla, pero, por un lado, la obra xilográfica estaba al revés de la imagen original, ya que al ser un estampado, la reproducción fue hecha al derecho tal como se ve la imagen original, pero se estampa al revés; y por el otro, la copia estaba realizada en tinta negra, por lo que nuestro artista posimpresionista tuvo que improvisar; y qué mejor que hacerlo con sus colores característicos: el amarillo y el azul, y mediante su técnica característica: pinceladas rápidas y recargadas de óleo.

La Siesta (1890) de Van Gogh no prioriza ya los gestos de los jóvenes que descansan, sino que se preocupa por enfatizar la comodidad de la paja mediante una excelente elección de los movimientos del trazo del óleo. La textura visual que la reproducción de Van Gogh logra, nos permite casi palpar las ramitas de la paja y engaña el recuerdo en nuestra piel al aparentar que ésta es blandita, suave y mullida; y no más bien seca y pinchuda

Ya en la segunda década del siglo XX, Pablo Picasso inicia con la reproducción del trabajo de Van Gogh. Entendemos que es la reproducción del segundo y no del primero porque respeta su orden de la composición (es decir, los jóvenes están ubicados a la derecha de la pintura y no a la izquierda), pese a sus reinterpretaciones, ya que las figuras son más voluptuosas y están acomodadas en una posición de descanso todavía más profundo y desordenado; pero aun así, Picasso eligió el reflejo de Van Gogh para dar su versión.