Columna mensual de Georgina Fridel.
Mes a mes disfruta de BABEL, una columna de experiencias literarias.
L de LIBRO
“De los diversos instrumentos inventados por el hombre, el más asombroso es el libro; todos los demás son extensiones de su cuerpo… Sólo el libro es una extensión de la imaginación y la memoria”.
Jorge Luis Borges
He aquí la cuestión. Este mes conmemoramos el día Nacional del Libro y del Escritor y la Escritora. Sin dudas, una invitación para reflexionar en estos tiempos donde avizoramos la situación de los bosques en peligro y la falta de papel que presiona la industria editorial, donde el factor socioeconómico se encuentra ligado a las dificultades para acceder a este bien cultural que se ha visto encarecido en los últimos tiempos, donde este portador libra una batalla con el mundo digital. Tiempo que corre a la velocidad de la inteligencia artificial, en donde las textualidades proliferan, se fragmentan, se reproducen por millones, haciéndolas estallar… ¿Cómo se puede hacer frente a estas cuestiones?
Una paradoja… Si nos remontamos al origen de su palabra el término libro proviene del latín liber, que significa “parte interior de la corteza de los árboles”. Es así que Plinio el Viejo, escritor y militar romano del siglo I, en su libro Historia natural, escribe cómo antes de conocer el papiro, las personas utilizaban cortezas de árbol y otros materiales para escribir. Hoy nos encontramos en una posición contraria, ya que hay una promulgación de leyes que atienden a una causa urgente como es la restauración, conservación, aprovechamiento y manejo sostenible de los bosques y selvas.
Debemos señalar que aún así con diferentes peligros que ha atravesado el libro con el paso del tiempo, sigue siendo un espacio de refugio para la conservación de los rastros de la historia, la memoria, el pensamiento y la imaginación. Son los escritores quienes han contribuido a esa preservación en su oficio de escribir. Y es que en este eslabón no hay escritor sin lector, el destinatario entre lo posible y lo real de esas palabras que contiene toda historia. Graciela Cabal (2001) nos habla de esos encuentros iniciales -y determinantes en la formación de un futuro lector-:
Mi propósito es hablar del libro como un conjunto de palabras. Y del particular momento en el que el chico intuye, no sé de qué oscura manera, que esa historia que sale de la boca de un adulto tiene que ver con esas marquitas oscuras que están dibujadas en el libro. El chico descubre que el libro habla, que el libro puede contar cuentos. Y que si el libro se cierra, los cuentos quedan adentro del libro. (p. 65)
Esta cita desde una mirada poética, sencilla y evocadora nos trae el fabuloso acto de leer, de las historias que contiene cada libro y qué sucede cuando son habitados.
Tal como lo expresa Chartier, tanto la escritura como la lectura son prácticas sociales. Más allá de sus materialidades el libro ha sabido romper las barreras del paso del tiempo. Específicamente, la literatura nos invita a transitar esos caminos de lo que no hemos llegado a ser, esos caminos que no hemos tomado, esas historias que no hemos vivido, esas palabras que nunca nos dijimos.
¿Por qué seguimos hablando de la necesidad de seguir creando experiencias en torno a la literatura? ¿Por qué seguimos recuperando la importancia de las bibliotecas? ¿Por qué seguimos pensando en ferias como espacio de encuentro y de invitación? ¿Por qué seguimos promoviendo talleres de lectura y escritura? Estas preguntas enuncian que todavía sucumbimos al vacío, al olvido y al silencio.
Para culminar, entre las tensiones y los desafíos del mundo digital desmaterializado y descorporalizado se encuentra esa universal y utópica biblioteca que propone Borges en “La Biblioteca de Babel”. Allí, donde se reúnen no solo todos los libros que fueron escritos, sino también todos los libros posibles, todos los mundos posibles. Es el lector quien busca sentidos, construye su camino y se apropia de las distintas maneras de nombrar el mundo. He aquí la invitación a crear potentes experiencias literarias donde no perezca aquello que disfrutamos aunque a veces no lo sepamos.
En el marco de las celebraciones…
Este 15 de junio en nuestro país se conmemora el día Nacional del Libro. Esta elección se remonta a una celebración que tuvo lugar en 1908 cuando el Consejo Nacional de Mujeres entregó premios y distinciones de un concurso literario que había organizado. A partir de ese momento la fecha se celebró anualmente, hasta que en 1924 a través de un Decreto el presidente Marcelo Torcuato de Alvear estableció como “Fiesta del libro” a nivel nacional. En 1941, una resolución Ministerial propuso llamar a la conmemoración “Día del Libro”.
Asimismo, este mes invita a celebrar el Día del Escritor y la Escritora, en homenaje al primer presidente de la Sociedad Argentina de Escritores, Leopoldo Lugones, que nació el 13 de este mes de 1874.
¡Hasta la próxima!