Historia y Educación

Columna mensual de Georgina Fridel.

Mes a mes disfruta de BABEL, una columna de experiencias literarias.

DE LECTOR A MEDIADOR

GEORGINA FRIDEL
Profesora en Lengua y Literatura, Especialista de Nivel Superior en Escritura y Literatura (INFD).
Docente en Nivel Superior
,

Que al romper la nuez sea fácil leer

el secreto de su laberinto.

Laura Devetach

En la columna anterior, avizoramos pensar como equipaje aquellas experiencias literarias personales que desearíamos empezar o continuar… Muchas veces, sin pensarlo, nuestra vida se va construyendo de entramados que han sido más significativos y otros, que no tanto. Nos vamos constituyendo. Deseamos, elegimos, omitimos, dejamos. Podríamos decir que es parte de la vida de una persona y de la manera en que se nos presentan los hechos, la importancia que le otorgamos. 

Es así que, si lo llevamos al plano de la educación, una de las cuestiones pendientes en la escuela sigue siendo la entidad que le otorgamos a la literatura como campo disciplinar privilegiado de los encuentros que favorecen la creación y afianzamiento de comunidades y la formación de lectores plenos. Ahora bien, para que estos propósitos puedan ser concretados necesitamos repensar el rol del docente como mediador que debe poner en circulación en las aulas la producción literaria.

TRAZANDO RECORRIDOS

Para que el trabajo con la literatura sea visible y significativo en las escuelas y, en especial al interior de las aulas, hay cuestiones previas que deben ser trabajadas, revisadas e interpeladas en todo equipo de trabajo. Una de ellas, se relaciona a cómo se van configurando los trayectos de lectura de aquellos hacedores que tienen la oportunidad de dar la gran ocasión.


En la infancia… ¿Cómo empezó mi vínculo con la literatura? ¿Qué títulos recuerdo como significativos? ¿En qué ámbitos se propiciaron?

¿Quiénes fueron aquellos mediadores que tendieron puentes? ¿Qué momentos recuerdo? ¿Qué sensaciones me generaba la lectura de los mismos? ¿Cómo se fue construyendo el camino a lo largo del tiempo?


Para hacer de las aulas una comunidad de lectura es importante, ante todo, reconocernos como lectores, con distintos recorridos y experiencias. Cuando logramos descubrir aquellos textos internos y movilizar nuestras textotecas nos damos cuenta que estamos más poblados de lo que creíamos. Como expresa Laura Devetach en “La construcción del camino lector” (2009):

No existen lectores sin camino y existen pocas personas que no tengan un camino empezado aunque no lo sepan. Es importante reconocer la existencia de textos internos: todo lo que uno percibió, escuchó, recibió por distintos medios,cantó, copió en cuadernos, garabateó, etcétera… La mayoría de las veces, por distintas circunstancias de la vida dejamos ese bagaje interno sin considerar.

Es importante trabajar en la autopercepción y en la construcción personal que vamos realizando en torno a la Literatura para encontrar el camino a trazar y las huellas que queremos dejar no sólo en nuestro propio camino lector, sino también en el de nuestros estudiantes. Como mediadores debemos experimentar la pasión para poder contagiar y abrir las puertas al universo literario. De esta manera, lograremos acompañar a las infancias y propiciar la formación de lectores autónomos.

Ahora bien, ¿Literatura para qué? Como expresa Teresa Colomer (2000):

Para ofrecer a las nuevas generaciones las distintas formas de representación de la realidad… para darle al lector el sentido de inclusión en una cultura lo que permitirá proyectarse, distanciarse críticamente, descubrir la otredad, evadirse, imaginar, observar las potencialidades del lenguaje…

El gran desafío es que como docentes mediadores y formadores de futuros lectores brindemos experiencias en torno a lo literario, en donde la escuela se convierta en el espacio privilegiado para ese encuentro. Para construir ese entramado, es necesario pensar…


En la actualidad, ¿me reconozco lector? ¿Cuáles son mis preferencias? ¿Busco variedad y diversidad?

Desde la propia experiencia, ¿cómo podría definir a la literatura? ¿Cuál es la concepción de infancia que promuevo? ¿Leo previamente los libros que ofrezco a mis potenciales lectores? Como mediador, ¿qué situaciones de lectura literaria planifico? ¿Qué criterios de selección utilizo? ¿Cuáles son aquellas prácticas que considero que propician la construcción de sentidos? ¿Qué posibles recorridos propondría?


Sin dudas, se trata de un ensayo permanente, de una práctica que sigue siendo objeto de debate, ya que se conjugan las representaciones construidas desde la propia experiencia, de los diferentes marcos teóricos que se toman de referencia y las tradiciones construidas por la cultura escolar. Formar lectores, es un proceso que implica desafíos, sorpresas, dificultades, avances, retrocesos, satisfacciones. Somos los hacedores de democratizar el acceso y la disponibilidad de un bien cultural como son los libros, pero sobre todo de despertar en cada uno de nuestros estudiantes la oportunidad y el deseo de elegir leer, querer leer, saber leer y poder leer. ¿O acaso no es su derecho?

¡Hasta la próxima!

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