HISTORIAS CON OLOR A PAN. Notas para adultos que quieran una infancia feliz.
Por Ma. Celeste Armas Bacci
Podemos abrir un debate eterno sobre si estamos de acuerdo o no con esto, pero lo cierto es que se está instalando.
El día de Halloween me tocó atender la panadería, es importante aclarar que frente a ella hay un colegio, y que a partir de las 5pm las calles se llenan de niños y niñas de 3 a 13 años. Mi jefa me indicó que dejaba dos canastas llenas de chupetines -o chupaletas- y caramelos para que repartiera a quienes llegaran a pedir. A mi me pareció que había mucha cantidad, pero ella me advirtió que serían bastante.
La cuestión es así, parece ser que a partir de las 19/20hs es el momento de salir por el barrio a pedir golosinas haciendo el interrogante “¿truco o trato?” -truco es una prenda, trato es que les des dulces-. Incluso hay padres que lo dan todo ¡y se disfrazan también! yo no sabía nada de esto.
Pero la realidad fue que a partir de las 5pm comenzaron a llegar a la panadería quienes salían del cole. Como los más peques salen más temprano, fueron las y los primeros en llegar con sus canastas.
¡Pero claro! yo empecé poniendo de a varios dulces, creyendo que alcanzarían. Pues no mi ciela, a partir de las 17.30hs llegaron aluviones de niños y niñas, desesperados, gritando, como si la glucosa ya estuviera dando subidones de energía.
¡Pero claro! yo empecé poniendo de a varios dulces, creyendo que alcanzarían. Pues no mi ciela, a partir de las 17.30hs llegaron aluviones de niños y niñas, desesperados, gritando, como si la glucosa ya estuviera dando subidones de energía.
Fue tanto que con un grupo de 30 niños tuve que salir a la vereda y formarlos en fila. Si, me salió la docente que tengo dentro.
EL PROBLEMA
Arrancando así, llegaron las 20hs y yo ya no tenía dulces para los chicos y chicas del barrio que salieron a la hora “socialmente pautada”. Lo que me pasó a mi le paso a todos los locales de la cuadra. Los grupos que salieron más temprano del cole terminaron con los dulces del barrio.
En ese momento yo opté por elegir “truco”, y algunos me han hecho bailar o cantar jaja. Otros se enojaban, porque no les interesaba el juego, sino los dulces. Y otros ni sabían lo que preguntaban, porque cuando yo les decía “truco”, no sabían qué tenían que hacer.
EL ACTING Y LA CULPA
Sobre las 21hs llega un pequeñin de 2 años, vestido de calabaza, muy apapachable, pidiendo dulces. Al momento en el que estaba por decirle que no tenía, su mamá me hace una mueca detrás de él y me muestra una bolsa de gomitas -acá le dicen chuches-. Yo frené y le indiqué que se acerque detrás del mostrador.
Ella se acerca, me pasa la bolsa y me dice:
- He salido muy tarde de trabajar, soy una mamá terrible, pero no pude desocuparme antes. Y ya nadie tiene dulces, entonces compré estas y se me ocurrió pedirle a los negocios que le den estos y les digan que tienen.
Yo morí de la ternura, pero también tuve ganas de abrazarla y decirle ¡no sos una mamá terrible y no deberías tener que pasar por esa culpa! Pero tengo que guardarme muchas veces lo que pienso del otro lado del mostrador jaja.
La cuestión es que procedimos a hacer el acting. La cara de la pequeña calabaza sonrió gigantemente al ver que era el primer local que tenía dulces. Me agaché a su altura, le puse sus dulces, y le dije ¡que buen disfraz!, y el hizo una mueca luciendo orgulloso su traje.
Claro, atrás de él vinieron otros niños creyendo que tenía dulces, pero tuve que explicarles que no eran míos y les tuve que contar la historia para que no pensaran que los estaba dejando fuera.
CORTITO Y AL PIE
Lo que debería ser un momento de diversión se convierte finalmente en competencia, consumismo desenfrenado y mucha presión a familias y padres.
Claro que no es obligación hacerlo, claro que podes no subirte a la ola, pero ¿Qué pasa cuando el entorno de tus peques está subido?
La pregunta que me hago es ¿Qué límites podemos poner los adultos a estas consignas de consumo que transforman lo divertido en un escenario de angustia para la infancia? ¿Cuándo se cruza ese límite?
La maternidad y la paternidad -así como el abuelazgo o el rol de tíos y tías- ya trae aparejado una cantidad de responsabilidades y contradicciones que no me parece justo tener que cargar con nuevos. Sin embargo, creo que ese límite no debe venir de la infancia, sino de los adultos
¿Qué pasa con la competencia entre padres? ¿Qué pasa cuando estos juegos se vuelven escenario de disputas adultas? ¿Qué rol juegan las pautas consumistas en la culpa y la crianza? No tengo las respuestas, solo las preguntas.
No obstante, hay algo hermoso de esta historia, para mí. No importaba quién diera los dulces, esa mamá solo quería que su peque viva la experiencia y encontró un lugar en su agenda, aliados que la ayudamos, y un poco de paz al final del día. ¿Justo? quizás no. ¿Aplaudible? yo creo que si.
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